Mientras cada día miles de argentinxs se quedan sin trabajo, mientras cae el consumo de leche, de carne, mientras recibimos palos y amenazas cuando resistimos y las cortinas de humo ametrallan a operaciones y desvían la atención, nuestro patrimonio, el tuyo, el mío, el de las generaciones venideras, se ponen a disposición del imperio, ah, sí... Con un decretazo del que no se habla, tribunales de Londres y de Nueva York ahora son competentes para arrebatarnos lo nuestro. La canaleta de los choreos de la City, de los bancos, de los CEOS, se lleva algo que no cotiza en bolsa, la soberanía esa por la que dieron la vida y lucharon en Malvinas nuestros compatriotas. Ellxs, lxs amarillxs, hasta a las islas las llaman por otro nombre o las borran del mapa.
Escribo cuando el Presidente de mi país está inaugurando una planta en EEUU de una empresa argentina que dará trabajo a estadounidenses, fabricando algo que desde aquí se vendía a EEUU. Parece una tomada de pelo. Parece un sketch de Peter Capussotto y no lo es.
Es la traición a la Patria, el entreguismo más despreciable de un mandatario de país bananero.
Te amedrentan y te acosan si protestás blandiendo la protesta de celeste y blanco, te difaman si defendés los derechos a que no entren policías armados a los colegios para disuadir una marcha o una sentada, mientras las pibas desaparecen o son asesinadas en zonas liberadas. Te mienten y te presentan un escenario mal armado, peor guinado, berreta y vergonzante.
Mauricio es Macri, decía Néstor.
Y, a la comparsa de cómplices... que sepan, quedarán registrados por infames. Este es el país de las Madres de Plaza de Mayo. Es el país que marcha, el país que le dijo NO al ALCA y que defiende con garras amorosas su educación pública, más peligrosa para esta caterva de serviles y deshonestxs, brutos, cínicos, que no tienen conciencia ni pudor.
El dolor de tanta gente y la solidaridad popular, con la frente alta de lo que supimos conseguir colectivamente, en las calles, en las plazas, en las reuniones masivas con olor a choripán y en las mareas de Tecnópolis. El orgullo de haber tenido y el saber que se puede volver a tener orgullo de una investidura presidencial, o de un ministro sin corbata peleándole a los buitres, eso, no nos lo podrán quitar ni hacer olvidar miles y miles de cadenas y ataques cobardes televisados e impunes.
Desde Macri hasta el último funcionario involucrado ha sido denunciado penalmente.
Nuestra tarea es defemdernos, es hacer saber, es seguir pensando, es seguir haciendo esa patria que resignificamos cuando de la mano de la dictadura pasó a ser una palabra vacía y mentirosa.
Muchxs argentinxs no olvidamos lo que es tener alguien en la Rosada, que resignifica la patria, la soberanía. Alguien como Néstor o Cristina, que se nos parecían, porque estaban allí de la mejor forma posible en la que se puede representar al pueblo de una nación soberana. Eran tiempos en los que la alegría que podía ser televisada, se verificaba en los rostros y los proyectos de las mayorías. Esas mayorías que hasta ahora, siempre pagan los platos rotos de las fiestas ajenas, ponen los muertos en las guerras y en los excesos de los policías, los que lloran de emoción pensando en Malvinas, en un primer egresado universitario de la familia, una nieta recuperada por las Abuelas, un guardapolvo blanco de maestrx haciendo dedo para ir a enseñar a una escuela en el campo...A esas mayorías les importa.
Esas mayorías, a este presidente, por su traición, por incumplimiento de su deber de defender lo que es nuestra soberanía y riqueza, nuestro presente del remedio al jubilado o el pan de lxs chicxs, el satélite regalado y la ciencia desmantelada, la censura y la violencia institucional para encubrir el despojo, todo eso, por ese juramento no cumplido, la patria te lo demanda.
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