martes, 8 de marzo de 2016
Este 8 de marzo el homenaje a Milagro, presa política de Argentina
En este día de conmemoración, no se puede dejar pasar por alto que vivimos un 8 de marzo especial y doloroso en Argentina, porque existe una mujer presa política.
Milagro Sala injusta e ilegalmente detenida es un ejemplo de lo que las mujeres provocan con su movimiento y rebeldía cuando se atreven a traspasar los límites asignados para subordinarnos como grupo y mantenernos quietas en los espacios que nos dejan.
Esas mujeres valientes que se organizan y organizan colectivos, que no bajan la mirada, que tienen en claro cómo es y lo que hace la injusticia a fuerza de experiencias, esas mujeres, nos convocan a conmemorarlas para contagiarnos su energía.
Sé que es triste este 8 de marzo, día de reflexión en un contexto signado por las persecuciones, revanchismos, y las consecuencias palpables de tres meses de medidas gubernamentales recesivas que endurecen las condiciones de vida, sobre todo, de quienes cargan con doble o triple jornada de trabajo no reconocido ni valorado.
Amargo 8 de marzo cuando se piensa que las reivindicaciones para las mujeres no pueden disociarse de las reivindicaciones por el derecho a trabajar dignamente, a educarse, a elegir un proyecto de vida y a tener el apoyo de un Estado presente, y el aliento de lxs otrxs, sin importar el género ni la extracción social. Porque si se gobierna para el hambre, es un problema de todxs, lo que decimos es que no es lo mismo cuando se trata de las mujeres. Vivimos hace poco tiempo la lucha de las piqueteras, sabemos lo que pasa cuando ellas tienen que suplir el pan que falta, el cuidado, el incremento de las violencias, las extorsiones a las que la cultura sexista las expone cuando hay desempleo, miseria, indiferencia.
Conocimos la descalificación con groserías y alusiones a la sexualidad cuando somos competentes en cargos de responsabilidad política, y los cuestionamientos a actitudes y gestos que nunca le harán a un tipo.
Las que en las universidades y laboratorios son tan capaces como los varones, las que manejan colectivos, las que son bomberas o médicas, en algún momento han tenido o tienen que enfrentarse a salarios más bajos, al techo en la carrera, al dilema de conjugar el proyecto de ser madres con el de ser profesionales, algo que no condiciona a los varones a menos que se modifiquen mucho más aún los papeles familiares y las regulaciones prejuiciosas en el ámbito laboral.
Las que sobreviven a la violencia familiar y deben poder sostener una intervención, con una salida laboral y la contención por la fragilidad de estar además a cargo de niñxs también afectados por esa violencia que no es imparable pero sí muy compleja de desarticular. Por eso es preocupante que se desarticulen programas y cooperativas tanto como los dispositivos estatales donde se asiste esta problemática con profesionales adecuados y perspectiva de género.
Nuestros derechos sexuales y reproductivos también son parte central de nuestra calidad de vida y de la supervivencia de muchísimas mujeres violentadas y obligadas a una maternidad forzosa que pone en riesgo su salud y su integridad física y psíquica.
Lxs niñxs tienen el derecho, a diez años de sanción de la ley de educación sexual integral, a que se les brinde de modo transversal en todos los establecimientos públicos y privados, lo que hace a la formación de ciudadanía solidaria y equitativa tanto como a desterrar prácticas inocentes que de nos ser erradicadas desembocan en violencias y sufrimientos que no tienen porqué naturalizarse.
Las mujeres cautivas en redes de trata y prostitución son una llaga que no podemos invisibilizar y que se sostiene en una demanda infame, protecciones institucionales y una tremenda hipocresía. No es menor que el primer mandatario se ría de la conciencia crítica acerca de la violencia mediática, el acoso callejero, y nos mande a las mujeres a "mirar novelas".
Este es un 8 de marzo para estar bien atentxs todxs, porque la mantienen presa a Milagro como mensaje a todxs quienes militan y luchan para que lxs hijxs no tengan que someterse ni callar ante los atropellos. Y para que a las mujeres pobres, indígenas, inmigrantes, las más invisibles, no se les ocurra vivir con la dignidad y luchar por defenderla.
Porque hoy, como cada día, hay que tener bien presente también que muchas libertades y derechos se obtuvieron peleando, activando, pagando costos, sufiriendo la incomprensión de contemporáneos, difamación y soledad. Pero que con cada pequeño paso de algunas se fue consolidando un movimiento que no podrá detenerse, un movimiento que nunca será homogéneo, y por eso es imprescindible.
Gracias a todas esas mujeres que no se rindieron ni se arrodillaron. En el mundo, y en Argentina, donde tantas nos inspiran y nos enorgullecen, como en los últimos años las Madres, las Abuelas, Susana, Cristina, Milagro, como las miles que resisten y se organizan sin que sepamos sus nombres, sus desvelos, y menos sepamos aún de sus lágrimas y sus alegrías.
Este 8 de marzo, este grito: Libertad a Milagro, presa política de Argentina, símbolo de lucha.
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