A 200 años del Congreso de los Pueblos Libres y la primera declaración de independencia del Río de la Plata
El llamado Congreso de Oriente, Congreso Oriental o Congreso del Arroyo de la China, reunido a partir del 29 de junio de 1815 en la ciudad de Concepción del Uruguay, Entre Ríos, fue convocado por José Gervasio Artigas y que convocó a las provincias litorales: la Banda Oriental, Misiones, Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe y una parte de Córdoba, todas del bando federal. Este es el motivo por el quienes escribieron nuestra historia - unitarios rebautizados liberales - la silenciaron, desaparecieron sus actas y la borraron del imaginario de la nación.
El decreto 28/2015, firmado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner denominó a 2015 Año del Bicentenario del Congreso de los Pueblos Libres. Un acto de reconocimiento al que fue este acontecimiento histórico que expresaba no solamente el anhelo independentista sino un proyecto diametralmente distinto al que se impuso en el río de la Plata y en Nuestramérica, como decía Martí, y que con distintos ropajes ha sido el dominante hasta ahora.
El porqué de tantos olvidos y traiciones
El contexto del Congreso era complejo. A fines de 1811 el gobierno porteño celebró un armisticio con los españoles por el cual se obligaba a retirar sus tropas de la Banda Oriental para pasar ésta al Virrey Elío. Comenzó el "éxodo del pueblo oriental" bajo la jefatura de Artigas quien se instala en el campamento del Ayuí a orillas del Uruguay. Reiniciada la guerra, los españoles quedan sitiados en Montevideo hasta mediados de 1814 y luego el ejército porteño ocupa la ciudad en guerra con las fuerzas artiguistas, conflicto que se desata cuando los representantes orientales a la Asamblea del Año XIII son rechazados. Derrotada la vertiente popular de la revolución de mayo, las complicaciones de la guerra de la independencia en el noroeste, los intereses de la elite centralista y unitaria se enfrentará en lo sucesivo a la "Liga Federal"(Entre Ríos, Corrientes, Santa Fé, la Banda Oriental y el territorio de Misiones). Artigas derrotará a las fuerzas porteñas pero las negociaciones de BUenos Aires con el imperio llevarán a la invasión portuguesa en 1816. Una larga cadena de traiciones articuladas entre las élites patricias de uno y el otro margen del Plata, pero también del otro lado del Uruguay porque Ramírez que le da la espalda y lo vence militarmente cuando intenta seguir la lucha desde Entre Ríos, lo llevan al destierro en Paraguay. Quien fue el Protector de los Pueblos Libres falleció en una pobreza tal que fue enterrado en el "Campo Santo de los Insolventes". Pobre como quienes lo seguían y dieron la vida por su causa, porque era la causa popular. La idea de un estado federal auténtico para la Confederación de las Provincias Unidas del Río de la Plata sufrió entonces el golpe más duro.
Así como fue desaparecido el Plan de Operaciones elaborado por Moreno y Castelli -entre otros miembros del ala radical de la Primera Junta de 1810-, este Congreso ignorado por la historia y las celebraciones, estableció la “independencia no solo de España sino de todo poder extranjero”, adoptando el sistema republicano y federal. Como las actas "se perdieron", se conoce esta resolución por las comunicaciones de Artigas. El mismo cumplía con las instrucciones a sus delegados a la Asamblea del Año XIII, cuando los delegados porteños y provinciales que se oponían a esta declaración, expulsaron a los delegados orientales. Esta renuencia hizo que el caudillo oriental convocara al Congreso de Arroyo de la China en junio de 1815.
El historiador Pacho O'Donnell destaca que la elección de los delegados al Congreso se regía por circular en la que quedaba claro el voto universal, sin distinción de clases:
“(...)encargando muy particularmente que los ciudadanos en quienes la mayoridad de sufragios haga recaer la elección para diputados, sean inmediatamente provistos de sus credenciales y poderes, y se pongan con toda prontitud en camino”.
“Los ciudadanos de cada departamento concurrirán desde las nueve de la mañana hasta las cinco y media de la tarde del día subsiguiente á la recepción de la orden de esta data, a las casas que indiquen los respectivos presidentes, á nombrar tres electores correspondientes á su distrito.
“El voto irá bajo una cubierta cerrada y sellada: y el sobre en blanco. En la mesa del presidente firmará todo sufragante su nombre en el sobrescrito, que también se rubricará por aquél, y un Escribano que debe serle asociado. El Escribano numerará y anotará los papeles entregados por los votantes echándolos en una caja, que concluida la hora se conducirá cerrada al Muy Ilustre Cabildo, el cual abrirá las cuatro sucesivamente, y cotejando en cada uno los votos con la numeración y anotación procederá al escrutinio.
“(...) Se pondrá muy particular esmero en que todo se verifique con la mayor sencillez posible, cuidando que el resultado sea simplemente la voluntad general.”
(Reglamento enviado al Cabildo de Montevideo).
Es impactante dimensionar la concepción del caudillo oriental de lo que era una patria cuyo sujeto político era esa multitud que ochenta años después el Doctor Ramos Mejía -en su estudio antropológico escrito en 1899 en clave positivista para justificar el control del aluvión inmigratorio y la nueva conformación poblacional y urbana por parte de la élite capaz de conducirla- describe como "vagos y bohemios que se convierten en multitud inconsciente después", las cuales, "no tenían ni el más pequeño sentimiento de nacionalidad, ni menos, para qué decirlo, idea de aquel famosísimo gobierno federativo que escritores avanzados, por no llamarles con otro nombre, le han atribuido"("Las Multitudes Argentinas, pp.122-123).
El Congreso de los Pueblos Libres se articuló por el “sufragio universal” abierto a todos los que desearan expresar su voto, sin distinción de clase ni étnica. El descaro que esto representó para el elitismo de las “clases decentes” es el verdadero motivo de la guerra contra Artigas y la construcción de su mala fama. El Reglamento de 1815 instituyó el sufragio universal y también lo instituyeron las constituciones de los Pueblos Libres como Santa Fe y Entre Ríos, en tiempos en que ningún otro país del mundo lo tenía. ¡Qué bárbaros!
Dice O'Donnell: "Era el pueblo, el mismo que había elegido a Artigas como Protector, el que libremente debía decidir sobre sus representantes, alejados de la villanía oligárquica de elegir a dedo a quienes cuidarían de sus intereses y sus privilegios." (Página 12 Contratapa 14 de marzo de 2015)
La del Congreso de los Pueblos Libres fue también la primera reforma agraria en América porque resolvió que se confeccionara un reglamento para el fomento de la campaña de inmensos latifundios no explotados. Artigas sancionó, el 10 de septiembre de 1815 el Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el Fomento de la Campaña y Seguridad de sus Hacendados que establecía la confiscación de propiedades de “malos europeos y peores americanos”, adversarios de la revolución patriota, para distribuirlas. Establecía en su artículo 6 que:
" El Sr. Alcalde Provincial y demás subalternos se dedicarán a fomentar con brazos útiles la población de la campaña. Para ello revisará cada uno, en sus respectivas jurisdicciones, los terrenos disponibles; y los sujetos dignos de esta gracia, con prevención, que los más infelices serán los más privilegiados. En consecuencia los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados con suertes de estancia, si con su trabajo y hombría de bien propenden a su felicidad, y a la de la Provincia”.
El artículo 7º establecía que “serán igualmente agraciadas las viudas pobres si tuvieran hijos. Serán igualmente preferidos los casados a los americanos solteros, y éstos a cualquier extranjero”.
Se repartieron en propiedad parcelas de legua y media y se entregaron de cien a cuatrocientas cabezas de ganado a cada favorecido, con la prohibición de revender y la obligación de montar el establecimiento rural en dos meses.
Los indios, que tuvieron representantes en el Congreso, accedieron a la posesión de la tierra. Comenzaron a ser considerados sujetos políticos. Parte de ellos, seguidores del Protector, habían encontrado en la Banda Oriental refugio a la persecusión de los portugueses que los esclavizaban en las plantaciones portuguesas, tras la caída de las misiones jesuíticas. Como escribió Juan Zorrilla de San Martín, Artigas "los creyó hombres y los amó con predilección. Artigas se expresaba con facilidad en guaraní. Ellos en cambio, lo juzgaron como un semidios y le dieron toda la sangre que les pidió. Y él hizo de ellos soldados, soldados de la patria, disciplinados, valientes." En una carta al Gobernador de Corrientes, Artigas habla de la injusticia sufrida por los pueblos originarios diciendo " yo deseo que los indios, en sus pueblos, se gobiernen por sí, para que cuiden sus intereses como nosotros de los nuestros. ASí experimentarán la felicidad práctica y saldrán de aquel estado de aniquilamiento a lso que lo sujeta la desgracia. Recordemos que ellos tienen el principal derecho y que sería una degradación vergonzosa mantenerlos en aquella exclusión que hasta hoy han padecido por ser indianos". (Carta al gobernador de Corriente, José de Silva, 3 de mayo de 1818 en "Son tiempos de Revolución. De la Emancipación al Bicentenario", Ed. Madres de Plaza de Mayo, 2010, p.246)
En su sofisticada tipología de las multitudes argentinas, dice Ramos Mejía: "dentro de la evolución restringida de semejante organismo tan transitorio, Facundo representa un primer grado de rusticidad, porque es genuina expresión de la barbarie sanguínea e impulsiva de la multitud de los campos; Artigas, más malo que bárbaro, y con fuerte aspecto tenebroso, más que un primitivo es un delincuente común"(Las Multitudes Argentinas,Ed. Marymar, p.154)
Las negaciones y olvidos signaron más de doscientos años de la historia de esta Patria Grande que aún está en proceso de construcción. En 1820 Artigas es traicionado por Santa Fé y Entre Ríos que terminan negociando con Buenos Aires. La Declaración de la Independencia instalada en la historia que escriben los que ganan es la del Congreso de Tucumán, de 1816, a la que las provincias del Litoral no acuden dado que, como escribe Artigas a Pueyrredón, Director Supremo por entonces, “Ha más de un año que la Banda Oriental enarboló su estandarte tricolor y juró su independencia absoluta y respectiva”.
En el Congreso de 1816 pocos representantes defendieron posiciones federalistas. Y nada como la reforma agraria ni el sufragio universal se plasmó en sus resoluciones. La idea de la independencia como nuevo orden en lo económico y social naufragó entre las luchas fraticidas y las separaciones territoriales que ayudaron a la dependencia colonial económica y cultural con un sello republicano elitista y conservador.
Ecos en nuestro presente
Boaventura de Sousa Santos afirma que: "La burguesía siempre tuvo pavor a que las mayorías pobres tomaran el poder. Y usó el poder político concedido por las revoluciones del XIX para impedirlo" y por eso en la tensión entre el capitalismo y la democracia, sólo una "democracia posliberal" es capaz de "no perder sus atributos para acomodarse a las exigencias del capitalismo". (Miradas al Sur, 28/6/2015).
Todavía hoy la independencia más profunda de los pueblos americanos se debate, se endereza lenta pero firmemente. En contiendas electorales donde las masas votan y deciden, pero no solamente participan en esa forma. Esas matorías despreciadas por las élites de entonces y las de ahora - una minoría que se autoproclama conductora ya no escribe en términos darwinianos sobre ellas pero manejan las corporaciones mediáticas y el marketing, apelando antes que a los golpes militares a los golpes blandos- protagonizan una puja en la calle, en la organización y en la movilización que acompaña los canales institucionales democráticos. Expresiones pluriformes y nuevas de militancia de los proyectos en pugna. En los últimos quince años al menos, lso contrastes entre los proyectos que se someten a la decisión de las urnas en su contundentes diferencias tensionan la imagen -ya caduca y en reconfiguración permanente- de un orden mundial que nos impuso. Que presentó como ley las condiciones para entrar. Que con las sangrientas invasiones y dictaduras hizo de esa entrada una forzosa para nuestra dolor, postergación y destierro de otras posibilidades de vida material y futuro en paz en las diferencias.
La desobediencia y el atrevimiento de plasmar otro rumbo no tutelado y de negociar desde nuestros intereses las condiciones de diálogo internacional, las condiciones para comerciar y para producir, para denunciar los colonialismos subsistentes, la mentira del consenso armonioso de naciones a base de sangre y fuego, es digna de aquella lucha popular maldecida, que marcó a nuestro pueblo del Plata tanto como a otras regiones de Nuestramérica.
Un pueblo indio, afroamericano, mestizo, valiente, montonero, indómito, masacrado, fusilado, desaparecido. Ni los derechos ni las vidas de las masas de ayer y de hoy contaban ni valían. Por eso se pudo arrasarlas bajo un plan criminal que tampoco hizo caso de las fronteras políticas. Mayorías olvidadas que solo podían ser siervas para las burguesías dominantes del siglo XIX que dibujaron mapas y floridas constituciones en tanto apoyaban la invasión del imperio portugués, el bloqueo anglofrancés de 1845, uniendo ejércitos para masacrar a otro pueblo hermano en Paraguay y mandar al olvido una experiencia única en la época. Luego utilizaron los fusiles contra los gauchos y caudillos federales los tan civilizados y ocultaron también de la versión oficial su salvajismo. Ignorando la base popular y la composición intercultural, plasmaron el sueño de la nación blanca sometida al capital inglés. Los latifundistas de la Sociedad Rural se reaprtieron las tierras de las naciones indígenas y no contentos con esto, pusieron de manera hipócrita los bustos de aquellos a quienes odiaban junto a los bustos de los asesinos de sus proyectos y sus legados. Las mismas minorías que bombardearon un siglo después a civiles indefensos en la plaza de Maoy para derrocar la "tiranía" populista y siguieron golpeando las puertas de los cuarteles se guardan muy bien de asumir su complicidad en los terrorismos de estado que inauguararon nuevos horrores. Crímenes lacerantes que no olvidamos ni perdonamos en muchas márgenes de nuestros ríos donde aún está pendiente hacer justicia.
A pesar de todo, no nos han vencido...como dice el cantito popular. Las banderas artiguistas se van reinstalando en la memoria colectiva. Esos ideales que fueron realidades truncas no desaparecieron, animaron esfuerzos, luchas sociales y políticas, siguieron alimentando los vasos comunicantes entre los pueblos hermanos. Aquellos olvidados de los mandamases y de los socios de las potencias opresoras. Visten las marchas a pesar de la represión de las armas o de las campañas de olvido sistemático. Levantamos su nombre pero con el legado profundo. Ensalzar en el bronce mudo olvidando los porqués de las luchas de los próceres es una vieja estratagema. Si las banderas cobran sentido es cuando salen con las y los no contados de la historia a hacer su propio camino. Paso a paso se rescata de la mentira y la expropiación de nuestro pasado a manos de los traidores y socios de los opresores una historia de resistencia y de creación, es decir, un legado. Es un paso necesario para avanzar en la redefinición de la independencia, de la patria y de la libertad. Y es imprescindible para afirmar hoy nuestro derecho a la determinación soberana y a la felicidad de la que hablaban aquellos líderes que no claudicaron como Artigas, el Protector de los pueblos. Otros Artigas del siglo XXI, frente a un mundo multipolar, frente a la expoliación de los recursos que nos pertenecen, frente a la permanente campaña de desprecio hacia lo que somos y nuestras capacidades, frente a la munición gruesa de la mafia financiera internacional - el anarcocapitalismo como lo llamó Cristina Fernandez de Kirchner en la Asamblea de Naciones Unidas- marcan un rumbo. Los pueblos expulsados de los marcos de los consensos formales son los que tienen a su cargo la realización de esta herencia de 1815, y como lo decía otro inmortal uruguayo, para "dar vuelta el tiempo como la taba".
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