A esos chicos hombres que movilizaron utilizando una causa noble y un reclamo legítimo, unos milicos asesinos e irresponsables.
A esos changos que quizás no habían visto nunca el mar y se enfrentaron al frío austral para pelear contra el ejército más moderno con fusiles que se les rompían y jefes que se escondían.
A esos muchachos que dejaron todo y que no tienen su nombre en las tumbas de ese cementerio helado.
A esos hijos, hermanos, padres, sobrinos, amigos de quienes aquí velaban por ellos, rezaban por ellos, lloraban por ellos.
A todos los que hambrearon los oficiales de retórica vacía y estridente, mientras los alimentos y abrigos se pudrían en galpones y las joyas de la colecta nacional se perdían sin rastro en bolsillos sin escrúpulos.
A quienes dejaron estaqueados a la interperie, castigados, esos militares argentinos autodenominados "héroes".
A esos pibes a quienes se les congelaban las piernas, torturados, humillados, sufriendo como sufrieron tantas víctimas de esos verdugos insaciables y cobardes acostumbrados a la faena de los campos clandestinos.
A quienes trajeron de vuelta escondidos como si fueran algo que no podía mostrarse. Como si fueran algo, cosa.
A quienes no pudieron soportar el olvido y la indiferencia, las secuelas de esa guerra maldita que sirvió para que los colonizadores continuaran robando lo que es nuestro y armando hasta los dientes el territorio y el mar argentinos...
A aquellos que han contado y denunciado lo vivido y a quienes la Corte Suprema les ha negado la justicia, y con todo insistirán con la fuerza que les da el reclamo justo, como lo hicieron antes las Madres y las Abuelas de los carteles: "las Malvinas son Argentinas,los Desaparecidos también" allá en 1982.
A todos ellos el homenaje, el reconocimiento, pero sobre todo, que se les haga justicia.
Y a los cobardes asesinos, a los que jamás sintieron la inminencia de la muerte y mandaron a masacrar y maltrataron a los propios, que pretendieron estafar a un pueblo atenazado, el repudio más grande, la condena más firme. A ellos, sobre todo, lo que merecen como los genocidas: juicio y castigo.
Será en la Corte Internacional o donde sea, a 33 años, los crímenes de lesa humanidad cometidos por militares argentinos contra soldados argentinos no se olvidan.
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