Cuando hablamos de las tensiones entre la diferencia sexual y el goce y ejercicio pleno de los derechos por parte de las mujeres -entre otros seres humanos considerados no aptos, que no cuentan con la autonomía necesaria para tomar decisiones, que tendrían otra naturaleza u otras disposiciones que contrastan con las del sujeto de derechos, o las del individuo libre-, no atrasamos. No es que nos hayamos quedado en el siglo XVIII. Hablamos, aún con un contexto de innegables avances, de la naturalización de múltiples formas de exclusión.Del impedimento concreto de vivir dignamente...o de vivir.
Hablamos de una vulnerabilidad que no se debe a una característica con la que se nace o con la que nos convertimos en un proceso de socialización en sujetos a lo largo de años y etapas. No. Hablamos de una violencia que nos hace vulnerables para habilitar las relaciones de dominación, sometimiento, para justificar un imaginario social que polariza y subvalora a las personas en relación a los varones. Sus mujeres e hijxs, así como transexuales, lesbianas, gays, no cuentan con esa equidad de una línea de largada en la carrera de la vida, si se puede usar esta metáfora.
Contamos con una ley extraordinaria. La ley 26.485 de Prevención, Sanción y Erradicación de todas las formas de violencia de género. No bastan las leyes, lo sabemos bien. Pero es un instrumento fundamental desde el cual se puede afirmar una igualdad respecto de otra persona sin que importe su posición en el orden de géneros que toda cultura reproduce. Las formas y tipos de violencia son diversas. Nos conmocionan sin embargo la persistencia de las más extremas, las que llegan al asesinato, que no tiene, para instancias estatales, el mismo peso de otros asesinatos cuando se los considera desde una perspectiva sexista. ¿Qué quiero decir con esto? Por ejemplo, que si las relaciones entre víctima y victimario son de índole familiar o efectiva, la manera en que la esfera de lo personal, lo privado, "suaviza" el crimen, se expresa en consideraciones atenuantes a la hora de juzgar las acciones de quien ejerce la fuerza, o en la forma en que se desvía la atención a la investigación de los motivos por los cuales acciones de la víctima habrían podido desatar la violencia que entonces encuentra justificativos. Una violencia además, atribuida a los varones en una asociación entre el ejercicio de la fuerza y la masculinidad.
El sistema judicial no está sobre la cultura de una sociedad contradictoria que sigue permitiendo la reducción de muchas personas a meros objetos. Si no fuera así, no habría tanta demora en la recepción de denuncias mediante los nuevos canales instituidos para accionar institucionalmente y responder ante la situación de peligro de una mujer en el marco de vínculos violentos, en un círculo que funcionarixs judiciales y de las fuerzas de seguridad no pueden ignorar a esta altura del partido. Las normativas de las que hablo en nuestro país llevan una cantidad significativa de años, y la formación en género está disponible, y se realiza.
Un sistema hipócrita o esquizofrénico habilita y consiente - y por eso se lo puede imputar ética y moralmente- que se pueda volver la vida de una mujer un infierno ante la indiferencia o inacción de los mecanismos que pueden asistirla y prevenir lo peor.
Muchas situaciones límites culminan en suicidios que son inducidos por el agresor, que tiene habilitados medios y excusas gracias a esta ceguera social e institucional.
Antes del suicidio,el 7 de marzo de 2012, Mariana Condorí había presentado una denuncia por agresiones de su pareja, Garbiel Maldonado. ante la comisaría 3ª de La Plata. El fiscal Marcelo Romero propuso una instancia de mediación; Mariana fue notificada el 13 de marzo y el 14 fue hallada ahorcada en su casa de Villa Elvira, en las afueras de La Plata, donde vivía con Maldonado desde hacía un año y medio.
Maldonado se encontraba privado de su libertad a disposición del Juzgado de Garantías Nº 5 de La Plata a cargo de la jueza Marcela Garmendia, quien ordenó en julio de este año convertir la detención del hombre en prisión preventiva por delitos graves hacia Condorí y sus hijos, descubiertos en el marco de la investigación iniciada por la muerte de Mariana.
Los delitos de lesiones leves y privación ilegítima de la libertad agravada por el uso de violencia y amenazas, lesiones graves, daño y amenazas calificadas por el empleo de arma de fuego, cometidos en un contexto de violencia de género perpetrados por Maldonado, no podían desligarse del suicidio de Mariana. Así Maldonado resulta el instigador de ese "suicidio".
El violento fue puesto en libertad "por error" hace una semana. Maldonado estaba preso por otra causa, - el robo de un celular- pidió libertad asistida y la solicitud fue aceptada. Se lo excarceló sin considerar la causa abierta por los maltratos.El Juzgado de Ejecución Penal Nº1 a cargo de Claudia Marengo dispuso su libertad asistida y el viernes 5 de septiembre fue puesto en libertad. Se desconcoe el paradero de Maldonado y pese a las presentaciones de la abogada de la familia, no se ordenó todavía su pedido de captura.
“Nos llevó mucho trabajo imputar a Maldonado en la causa porque no es fácil demostrar judicialmente la relación entre maltrato y la decisión de quitarse la vida. En términos penales, le pusimos una historia al suicidio. Teníamos expectativas de ir a juicio, ahora no sabemos qué va a pasar” dice Sofía Caravelos, abogada del Colectivo de Investigación y Acción Jurídica (CIAJ) en la nota que publica Página/12
Un "error" . El juzgado de garantías pasó por alto la otra condena.
Creo que pdoríamos pensar que, en ese laberinto judicial y burocrático, se manifiesta una vez más el orden de géneros del que hablaba antes. La violencia de género cometida que culminó con el "suicidio" de Mariana, los hechos de violencia a los que también sometió a los hijos, ¿pesan menos que el robo de un celular?
¿Cuántas otras Marianas y Maldonados descubriríamos si se pusieran en contexto, atendiendo a las relaciones de género, otros suicidios?
Recursos :
http://www.sdh.gba.gov.ar/programas/avm.php
En Ciudad de Buenos Aires: Lïnea 137 (Programa Las Vïctimas contra las Violencias)
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