En su obra Tres Héroes (1889), José Martí, poeta, corresponsal, revolucionario independentista cubano, escribió: “Estos tres hombres son sagrados: Bolívar, de Venezuela; San Martín, del Río de la Plata; Hidalgo, de México. Se le deben perdonar sus errores, porque el bien que hicieron fue más que sus faltas. Los hombres no pueden ser más perfectos que el sol. El sol quema con la misma luz que calienta. El sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz.”
La vigencia de las palabras de José Martí, a quien llamaron “el Apóstol”, es impresionante. Cuando muere luchando por su patria en 1895, José Martí se ha jugado por esa tarea que seguiría pendiente: la independencia de Cuba y el sostenimiento de la soberanía de América Latina, construyendo una identidad nuestroamericana.
Si nos adentramos en la historia, encontraremos muchas aventuras de liberación, muchas tragedias, muchas traiciones, muchas lágrimas y muchas lecciones. Será, para quien no esté acostumbradx, un asombroso redescubrimiento de sí. Porque esos relatos y experiencias populares nos hacen, nos nutren, nos han conducido hasta aquí. Interpretar esa trayectoria es un deber impostergable si no se quiere seguir siendo títere, o cómplice.
Se comprenderá lo que nos ha pasado y lo que tenemos pendiente en nuestra América del Sur y el Caribe. Desde hace unos pocos años, se asiste a una maratónica tarea: desde nuestras diferentes situaciones, economías, culturas, apuntar a unir nuestros esfuerzos, defender nuestra soberanía alimentaria, energética y política. Dejar de ser objeto para ser sujetos de nuestro desarrollo, en paz y sin caer en las típicas reyertas internas que han servido siempre para mantenernos entretenidxs mientras los fuertes nos explotan y nos arruinan. El saqueo sistemático de nuestra riqueza, el boicot a la educación y la formación que nos sirve, ayer se efectuaba con ejércitos y operaciones clandestinas apoyando grupos que hacían el trabajo sucio. Hoy la cosa es más compleja.
El Plan Cóndor, coordinación represiva de las dictaduras militares en los años 70 fue un punto máximo de crueldad y salvajismo con el cual las elites dominantes y afines a los intereses del capital extranjero, ahogaron en sangre intentos de revolución pacífica como el de Chile o movimientos guerrilleros, nacidos al calor de décadas de proscripción y represión de toda actividad política. La represión fue más allá porque no se detenía en las organizaciones, liquidó todo liderazgo cultural, intelectual, social, reactualizó la tradición, los valores occidentales y cristianos – preconciliares-, disciplinó a las mujeres en el rol sumiso, censuró libros y filmes, nos embruteció. El legado de terror y destrucción de la solidaridad y la posibilidad de pensar en plural fue suelo fértil. Esto sí nos es más cercano: desaparición de los estados activos en la economía, su desmembramiento, el endeudamiento, la plata dulce sin producción ni empleo, pero además, la implantación de ese chip mental de que podíamos, copiando mal, parecernos a ese “primer mundo” que es inalcanzable para quien le provee justamente su combustible. Esos niveles de vida, esas postales inculcadas por más televisión y menos libros, - lógicamente- se sostienen en el hambre de millones de personas, en la debilidad de los gobiernos de países que fueron colonias y tal vez ahora son repúblicas “independientes” en lo formal, siguiendo el dictado de la política exterior de EEUU y Europa. Abriendo las puertas para un saqueo presentado como deseable, dejando hacer a organismos extranjeros para la humillación pero eso sí, bien presentados y trajeados en paquetitos inentendibles. Porque en esa mentalidad, a la economía no la pueden entender más que cuatro o cinco que son los representantes de los ricos y famosos de las tapas de revistas. Como dicen lxs pibxs,a la gilada, ni cabida…
Por eso cualquier líder, cualquier gobierno popular, cualquier sintonía entre gobiernos díscolos para con esas recetas históricamente presentadas como las únicas posibles, son lo peor, el mal, la dictadura, el caos, la perdición. Bárbaros como los gauchos de los cuales no había que ahorrar sangre para la civilización, como dijo Sarmiento.
Mucho para recordar, para enterarnos, para pensar y sacar las conclusiones que se quiera. Ciertamente, hay líderes de malos modales. Claro que depende de qué lado se encuentre quien califique.
¿Porqué no te callas?” se atrevió decirle a Hugo Chávez en una cumbre un rey decadente ungido por el criminal Francisco Franco y la complicidad de la clase política española , esa que hasta el día de hoy celebra la impunidad de los culpables de fusilamientos ilegales, entierros en fosas comunes, desaparición de niñxs, torturas y asesinatos. Claro, esa clase política es socia muchas empresas que compraron por nada nuestros servicios públicos, petroleras y medios. Se llenan la boca hablando pestes de los populismos, etiqueta donde caben tantas cosas dispares. Y pontifican en clave civilizatoria.
Cincuenta años de bloqueo económico a la Revolución Cubana. Condenas sistemáticas en la ONU y foros internacionales donde los bombardeadores seriales se sientan en el Consejo de Seguridad y te inyectan democracia a la fuerza, la que ellos conciben. ¿Dónde está el dinero del pueblo libio, muerto Khadafi? ¿Y las armas que no existían en Irak?¿Alguien se acuerda de la invasión a Panamá y de Noriega?¿Quién fue Jacobo Arbenz? ¿Porqué no tenemos en la capital argentina una Avenida Ernesto Che Guevara? ¿Cómo funciona el discurso de la presunta “corrupción” del gobierno de Néstor y Cristina Kirchner y se olvida que durante el menemato nadie fue investigadx ni juzgadx, gracias a una Corte Suprema adicta? Ni hablar de los represores, todos libres, y el imperio del gatillo fácil y la maldita policía…
Rara la vara si nos entronizamos en el discurso moralista y flojo de pruebas, encubridor de motivaciones no siempre confesables.
Como decía Martí, no hay perfectos. Hay opciones que engrandecen a los personajes que se juegan por su pueblo y hacen de su dignidad el objetivo de sus acciones, las que pueden fracasar, pero siembran. En esas jugadas vitales se les va la vida muchas veces. En vida son ignoradxs, execradxs, para ser rescatadxs mucho tiempo después, cuando se comprende el grado de coraje y compromiso que demostraron en momentos en que no se tenía la perspectiva que puede tenerse luego.
Ocurrió que en América del Sur coincidieron gobiernos parecidos a sus pueblos, y que se dieron cuenta de que la única salida posible para el infortunio era probar desobedecer a los patrones de siempre, recuperar la otra historia negada y avanzar juntos. Dejar de regalar la riqueza del petróleo, reformar constituciones, pagar deudas que los pueblos no contrajeron pero pagaban siendo privados de educación, salud y empleo, librándose de condiciones imposibles de aceptar.
Democracias tuteladas no pudieron zafar de tapas de diarios que hostigaban, corridas financieras, campañas de desprestigio; pero el dolor renovado y la incumplida promesa del derrame de la riqueza de unos poquísimos que lanzó a la ciudadanía a las calles a impugnar a sus políticos, abrió el espacio para que cuando un Hugo Chávez habló con las palabras de Bolívar, sintonizara con un “miembro de la generación diezmada” que venía a proponer el sueño de dejar atrás lo hecho desde siempre para poner a la política por encima de la tecnocracia hambreadora y rapaz. Y el indio de Bolivia que se convierte en presidente y jura en Tiahuanaco y logra llamar a su patria como lo que siempre fue, un estado plurinacional, resiste el golpe acompañado de colegas presidentes de América Latina. Y el obrero metalúrgico brasileño. Y el economista ecuatoriano.
Y las mujeres…verdaderas potencias que muestran el camino transitado, desmalezando de machismo la cultura.
A todxs ellxs, y a aliados tibios que convergen intermitentemente – y cómo no va a ser complejo, cuando justamente son utilizados y presionados para romper el eje goepolítico de la segunda independencia?- les debemos el reconocimiento que quizás generaciones menos contaminadas de colonialismo y tilinguería y desprecio por la política, inducido y recargado cada día de manera sutil o grosera, las generaciones formadas en la memoria de las luchas populares que se rescata y se escribe contemporáneamente, generaciones que tengan costumbre democrática de respeto a los derechos humanos, a comer, trabajar, votar, pensar, construir ciudadanía inclusiva, puedan dimensionar con más justicia que nosotrxs.
Tal vez. El sol quema como calienta, dijo Martí. Las resonancias de los discursos interesados en desarmarnos de herramientas claves para ser felices, o para vivir de pie y no meramente sobrevivir de crisis en crisis como si no tuviesen responsables, abundan en receptores acríticos cooptadxs por una inercia cómoda, en quienes no ponen los temas en su contexto completo. Es un laburo diario, por supuesto. Laburo de la mente y de los afectos, que resulta una gimnasia constante para las tripas, para el corazón que se emociona y que vibra con un acto multitudinario o con la felicidad ajena.
Gracias a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual cualquier persona atenta a las manchas puede tener, desde ahora, oportunidad de acceder a la señal Telesur. Otro relato sobre lo que acontece en nuestro continente, y evaluar por sí mismo lo que ve y lo que escucha, siguiendo la cumbre de la CELAC. !Qué mejor homenaje a pequeños gigantes que retoman y que crean, sin tener el as de espadas en la manga, esos sueños del cura mexicano que se puso del lado de los pobres y tomó las armas, del hijo de india guaraní que tuvo que exiliarse cuando vendieron en Buenos Aires, de espaldas a la América, la república y la libertad conseguida, al héroe que peleaba por una nación americana no divivida y que murió de pesar del corazón dejando “una familia de pueblos”, como dijo Martí… qué mejor homenaje en el natailicio de Martí, que esa reunión en La Habana!
¿Veremos la luz o distraídos, malentretenidxs, seguiremos contando manchas…?
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