“Yo decía ‘hay que hacerlo a la luz del día’. Muchas veces intentó gente que nosotras no hiciéramos las cosas tan abiertamente. Decían ‘no conviene’. Mi única locura era que si a los chicos clandestinos les habían pasado tantas cosas, nosotras teníamos que hacer todo al revés para probar otro camino que no fuera ni clandestino, ni oculto, ni nada, y hacerlo a la luz del día, y enfrentando y diciendo las peores cosas, no importa. Pero con esas cosas intentar otro camino.”
Hebe de Bonafini
“La Rebelión de las Madres. Historia de las Madres de Plaza de Mayo (1976-1983) Tomo I” Ulises Gorini, Bs. As. Ed. Norma, 2006, pag. 189
Azucena comenzó en la cola donde esperaban de la curia una respuesta compasiva, una respuesta que jamás llegaría. Se fueron reuniendo cuando decidieron salir a buscar a sus hijxs desaparecidos.
Cuando se les asestó el primer golpe a la incipiente organización, Hebe junto a otras madres fueron las referentes "dirigentes" de ese grupo extraordinario.Con el secuestro de Azucena Villaflor, María Ether Balestrino de Careaga y Mary Ponce, la represión pensó que desarticularía y amedrentaría a las “locas” que habían logrado en ese diciembre de 1977 reunir el dinero para una solicitada que apareció en La Nación con las listas de lxs desaparecidxs.
No lo lograron. A pesar del estupor y el terror. Unos días antes del secuestro de las madres y del grupo de familiares y de apoyo - entre quienes estaban las monjas francesas- que se reunía en la iglesia de la Santa Cruz, infiltrado por Alfredo Astiz, Hebe había recibido la noticia del secuestro de su segundo hijo desaparecido, Raúl, en Berazategui. Ella recuerda cómo Azucena la consoló y la animó a seguir con la campaña para juntar el dinero de la primer solicitada que se publicó pidiendo saber dónde estaban lxs desaparecidxs, incluidos en una lista. Juntaron de a moneditas y muy pocos políticos ayudaron.
Han sido madres y se convirtieron en las Madres a partir de un ejemplo de lucha. Mujeres que no se quedaron quietas nunca. Mujeres que supieron con amargura de la complicidad de la iglesia, de los medios de comunicación y de ciudadanxs indolentes o anestesiadxs y casi solas, contra todo, contra lo inimaginable, lo imprevisible. Así como se les presentaron las cosas, ellas, armadas de amor, se constituyeron en una lucecita imprescindible en la reconstrucción de nuestra convivencia social, nuestra democracia y nuestra militancia por el respeto a los derechos humanos.
Si hay algo como un emblema ético en nuestra Argentina del dolor – como dice León- en la que todavía es tan duro atravesar tantas sombras y silencios, son ellas. Hoy Hebe cumple 84 años y me brota una profunda gratitud. Y también alegría de tenerla.
Madres que se pusieron el pañal de sus hijxs desaparecidxs en una marcha a Luján para simbolizar ese lazo indestructible y gritar por la verdad cuando todo era silencio y muerte. Cuando no las recibían, o les mentían, o las amenazaban.
Resistir, decía Hebe.
Ellas insistieron. Mientras la dictadura pretendía utilizar el Mundial de Fútbol como exhibición de normalidad, mientras la revista Para Ti entregaba una postal para que las lectoras la enviaran el exterior para contrarrestar la presunta campaña antiargentina, las mujeres de pañuelo blanco seguían en la Plaza de Mayo, hacían gestiones con embajadas y se cuidaban con pequeñas estrategias que iban decidiendo a cada paso. Porque nada las había preparado para algo así.
Los medios cómplices de la dictadura amplificaban y multiplicaban la justificación de lo injustificable, apelando a culpabilizarlas por la desaparición de sus hijxs. La apelación a la maternidad, la misma que ellas esgrimían frente a la violencia de los uniformes, era el eje: "¿cómo lxs habían educado?", "¿habían cumplido con sus deberes de madre?"
Todavía recuerdo esas propagandas televisivas que veía en la pantalla. En mi cabecita de niña quedó grabado aquello de: “¿sabe ud. dónde está su hijo ahora?”
Mayo de 1978. Las Madres redactaron una respuesta que enviaron valientemente a los canales, devolviendo el golpe bajo: “He leído en transmisiones de ese canal, la frase, ¿sabe Ud. dónde está su hijo ahora? reiteradamente transmitida. La frase realmetne me ha conmovido. Porque mi hijo fue secuestrado por elementos armados, hace ya.. años, sin que hasta la fecha haya podido averiguar el lugar donde se encuentra secuestrado, ni la suerte que ha corrido, pese a las múltiples gestiones realizadas en los organismos de seguridad y ante la Justicia. Somos muchas las madres que en estos momentos nos preguntamos, ¿DÓNDE ESTÁN NUESTROS HIJOS? Por ello es que hemos recibido con profunda emoción el mensaje solidario de esa emisora.”
En 1978, practicábamos en la escuela para desfilar como los milicos, junto a los milicos que inauguraban el puente de Zárate Brazo Largo y arrojaban cuerpos en el delta.Izquierdo, izquierdo, izquierdo derecho izquierdo.Yo no sabía que un jugador de la selección de Holanda se había negado a participar en el Mundial debido al rechazo a las violaciones a los derechos humanos que ya se conocían en Europa gracias a los testimonios de víctimas, de lxs exiliadxs y de allegadxs. Tampoco del otro deportista holandés se fotografió con ellas y que esas cosas eran pequeños enormes pasos en tiempos de terror y cerco. Tiempos de mordazas de todo tipo, por la fuerza, por la conveniencia, o por los efectos irradiados a la sociedad de ese saber/nosaber, el notemetas, el mirar para otro lado.
Hebe recuerda ese tiempo y lo difícil que iba a ser, porque la Junta con su circo y el rechazo de los medios adictos –salvo honrosas excepciones como el Buenos Aires Herald- , más lxs que compraban las versiones tranquilizadoras y falaces y las insultaban, impedirían la ronda en la Plaza a la vista del periodismo internacional que venía a cubrir el campeonato de fútbol.
“Pero la verdad es que nosotras estábamos dispuestas a aguantar lo que se nos viniera. No importaba qué. Ni nos parábamos a pensar. Lo único que pensábamos era cómo lo íbamos a hacer. O ni lo pensábamos tampoco. Sólo íbamos a la Plaza y que pasara lo que pasara.”
Ella sabía sin saber que sabía, y ellas ya tenían una organización impensada que ya no iba a parar nadie.
“Del mismo modo que levantan tabiques para ocultar la miseria y deslazan villas, así necesitan taparnos a nosotras, porque somos una mancha, Demasiadas miradas convergen hacia el país(…) para que etas mujeres sigamos haciendo barullo y publicando solicitadas.” dijo entonces Hebe.
La televisión holandesa transmitió la imagen de las Madres de Plaza de Mayo para millones de personas y mostró al mundo el otro país oculto bajo la monumental fiesta del mundial de fútbol. Las Madres, acompañadas por el periodismo extranjero le ganaron a la violencia de la policía para desalojarlas, esa violencia que las llevó a inventar distintas maneras de ocupar esa plaza, de a dos, de a tres, desde distintos puntos, para no cederla, para estar allí reclamando por sus hijxs, esos hijxs de cada una que con los años y con la madurez política que fueron alcanzando por su propia experiencia, se transformaron en lxs hijxs de todas.
El paisaje naturalizado de los uniformes de los actos y discursos grandilocuentes durante muchos años marcaron el rechazo a palabras como la patria o la bandera, y eso que no sabía nada, con nueve años, apenas presentía guiños y contraseñas, Radio Colonia, discos de Piero escondidos en el baúl del auto de Uruguay, que canciones estaban prohibidas...
Algo se resquebrajaría definitivamente en 1982. Yo ya tenía 14.
Algo en esa madera dura de mujeres como Hebe las sostuvo, porque no puedo imaginarme lo duro que era seguir luchando durante la guerra de Malvinas.
Malvinas argentinas, tanto como lxs desaparecidxs.
Lo que se modificaba en la Argentina, la reformulación de los poderes, las estrategias y las perspectivas en disputa del movimiento de derechos humanos motivaron divisiones que nos duelen a todxs. Se confundió la consolidación de la nueva etapa con una artera “teoría de los dos demonios” cuando retornó la democracia.
Ellas seguían con la consigna "Aparición con Vida".
Fue muy duro atravesar el período de impunidad a partir de las leyes del perdón y los indultos. Pero siempre firme, siempre inconveniente, frontal y auténtica, Hebe de Bonafini, humana, siguió dirigiendo ese grupo que se animó a armar una Universidad, aquella para la cual “no había nivel académico”. La hicieron igual.
Siguieron articulando nuevas resistencias, asumiendo la militancia de sus hijxs, resignificando las luchas y resignificando su papel en tiempos de la banalización de los valores de justicia y cambalache.
Las volvieron a apalear a ellas, las Madres, cuando ensangrentaron de nuevo la plaza y las calles en el 2001. Las imágenes televisadas esta vez desafiaban todo aguante, al lado de lxs chicxs y las mujeres y los hombres que rechazaban la farsa del estado de sitio de un gobierno constitucional sumiso a la dictadura del mercado, esa que desecha a las personas. Las madres apaleadas. Con otros ropajes, la misma historia. Ellas estaban ahí, junto al pueblo que sufría y se defendía, como siempre desde 1977.
Hebe se equivocó en desconfiar de Néstor Kirchner y le pidió perdón. Se equivocó en otras confianzas que la dañaron como tal vez nunca se la había dañado, dado el particular contexto de la traición. Y acertó demasiadas veces, con esa frontalidad políticamente incorrecta que no se le perdona.
Cuando se desataba una de las más duras peleas políticas del momento presente, la de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, ella, frente a ese palacio de justicia, denostó e increpó duramente a la actual Corte Suprema. Cuando se le buscó la lengua, Raúl Zaffaroni dijo con una sonrisa: “ya conocemos a Hebe”, y lo dijo con ternura. A él no le cabía el sayo.
2012. Hace poco tiempo dijo en el Congreso por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito que si no conseguíamos la legalización, ni tampoco estaba garantizada la educación sexual, ni la realización de abortos no punibles porque los curas se oponen, esos mismos personajes a los que temen senadorxs, gobernadorxs y diputadxs-, que “Si es lo que hace falta, mientras sale la ley, al misoprostol, hagámoslo acá, nosotrxs!”.Y recordó que no era una contradicción tratándose de las madres, que siempre han luchado del lado del amor. “Porque las Madres siempre hemos defendido la vida, por eso defendemos la vida de las mujeres.”
La vida de las mujeres. La vida. Algo que los curas y los poderosos de siempre que en otros tiempos les dieron la espalda, las traicionaron, las ignoraron y vituperaron, no tienen en cuenta tampoco ahora.
Gracias Hebe y feliz cumpleaños… Hoy escribo pensando en cómo una vida puede ser tan fecunda para las luchas, para lxs demás. Con todos los claroscuros y las pruebas, con toda la vulnerabilidad y la fortaleza de mujer. Gracias.
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Muy buen texto, Daniela. Emociona.
ResponderEliminarGracias Alejandro, ojalá podamos celebrar a Hebe en muchos cumpleañso más. Un abrazo
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