El 15 de julio pasado, en Puerto San Martín, Provincia de Santa Fé, hallaron en una vivienda tres cuerpos sin vida. Rosa Silva, una joven mucama que trabajaba en el Hospital Granaderos a Caballo de San Lorenzo y su hijo Adrián Sosa de 8 años, habían sido asesinadxs a golpes de martillo asestados por Walter Luque, quien se ahorcó luego de cometer los femicidixs. Luque, ex pareja de Rosa, había sido denunciado porla infortubada mujer reiteradamente por agresiones físicas, y estaba decidida a terminar la relación.
Las denuncias no obtuvieron respuesta.
Compañeros de trabajo de la fallecida se comunicaron con el personal comisaría 5ª porque la muchacha no se había presentado a trabajar y tampoco atendía el teléfono.
Hallaron los cuerpos de una mujer y un niño indefenso más, y de un hombre violento más que se mata luego de matar. Cierre de una espiral de violencia que las instituciones del estado ya conocen, porque existen leyes sobre violencia de género, porque hay capacitación disponible, porque las movilizaciones en todas las provincias del país de organizaciones sociales han visibilizado el tema, porque se habla ahora de FEMINICIDIO, ese crimen que se comete contra una mujer por solo hecho de ser tal y considerarse propiedad del hombre maltratador.
Con feminicidio vinculado se denomina aquellos crímenes de lxs hijxs o familiares de la mujer destinados a destruirla, cometidos por el violento.
Rosa y Adrián fueron víctimas de dos feminicidios que pudieron haberse evitado.
Una historia trunca de una mujer pobre y trabajadora,de 26 años,madre de un chiquito... que como tantas otras historias, parece no haber tenido la consistencia suficiente como para merecer la protección y asistencia de un hogar de tránsito, un apoyo psicológico o legal, o lo que hubiere hecho falta por parte de autoridades y agentes indolentes.
Ahora, el epílogo brutal de sus historias engrosan las estadísticas que nos atormentan, porque, como lo denunciaron quienes se movilizaron ayer desde el Hospital hasta los Tribunales de Familia, a través de las calles de San Lorenzo, marchando con la consigna "Ni una muerte más.Ni una mujer menos", hay una responsabilidad del poder público que falló.
No les fallemos nosotrxs a quienes padecen la violencia doméstica. Conozcamos la Ley 26.485, conozcamos los servicios disponibles en nuestros distritos, reaccionemos ante los mensajes que presentan a las mujeres como propiedad de varones habilitados a disponer de sus cuerpos y de sus vidas como si fuesen una propiedad y no una persona.
Visitemos las páginas que contienen las estadísticas, sepamos los nombres u las circunstancias en las que se produjeron los feminicidios. Demandemos más campañas en los medios de comunicación alertando contra las señales de esta violencia, hablemos con adolescentes de esas manías posesivas, las actitudes de vigilancia, los insultos o manotazos.
Desnaturalicemos un maltrato que por ser tolerado durante siglos por la cultura, no deja por ello de ser violatorio de los más elementales derechos humanos.
Aprendamos a ver, aprendamos a escuchar. Para mujeres y niñxs como Rosa y Adrían, la inseguridad tan mentada y explotada no está en las calles, sino puertas adentro.
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Tal cual Daniela, tal cual...
ResponderEliminarDejemos de mirar para otro lado! Esto pasa acá, al lado nuestro y tiene que dejar de ser NATURALIZADO!!!
Sigamos en la lucha, informándonos mas, exigir mas campañas en los medios de comunicación.
Estemos mas alertas,todo acontece a nuestro alrededor... y basta de hacer la vista gorda!!!