Era la Navidad de 1982. Recital en la Plaza Colón de la ciudad de Gualeguaychú. Músicos locales, increíbles, que chicxs de mi edad –adolescentes – seguramente ignorábamos.
¿De dónde habían salido? Aunque se los conociera como vecinxs nada más, produjeron una especie de milagro esa noche. Era rock, era tango, era folklore, era mucho, pero mucho más que un concierto al aire libre.
A lo mejor era el aire… de todo lo contenido y soterrado por aquel entonces, el arte era lo más elocuente, aunque no se entendiera muy bien qué y porqué hacía llorar, dejaba sin habla. O que era libre… para mí y para muchxs, todavía quedaban muchas cosas por saber u descubrir acerca de lo que pasaba mientras se deslizaba nuestra infancia de guardapolvos almidonados, severos actos escolares, y una o dos canciones aprendidas en la guitarra para algún fogón. Canciones nuevas que eran viejas,porque tuvieron que poner de pronto en las radios, en 1982, lo que habían quitado con esa chatura violenta de la censura, cuando aparecieron nuevas canciones y volvían artistas. También aparecieron esas joyas no descubiertas todavía para una generación, como en un escenario de pueblo se metía la poesía y la música que subvertía, que aunque tuviera años. Porque volvía con otro sentido, o porque sonaba para muchxs por primera vez. O, quizás, alguna canción sonaba como otra primera vez.
Esa noche de diciembre frente al río, entre las bandas y solistas que escuchaba, hubo un momento especial: cuando a través de la maravillosa voz de David Fernández, -una voz que aún hoy transporta y regala magia- me conmovió una canción diferente, que hablaba de cosas que compartía sin saber porqué.
Lo sabría con los años, lo sabría cuando supiera lo que se presentía y respiraba, lo sabría por la vida, como vos, si es que te emocionás igual cada vez que suena “A esos hombres tristes”…
Salva tu piel, la ciudad te llevó el verano.
Ponte color, que al morir los hombres son blancos
más blancos
que al volar sin volver,
sin volver, que al volar sin volver.
Tú tienes pies y tienes manos
pero no se ven.
Si tus pies hoy nacieron viento
déjalos correr
y si tus manos con las plantas,
déjalas crecer.
Vive de azul, porque azul
no tienes domingos
Ríete al fin, que llorar
trae tanto frío
Mas frío, que olvidar como ver,
como ver, que olvidar, como ver.
Una vez vi que no cantabas
y no se porqué
si tienes voz , tienes palabras
déjalas caer
cayéndose suena tu vida
aunque no lo creas.
Cuanta ciudad, cuanta sed
y tu un hombre solo.
Cuanta ciudad, cuanta sed
y tu un hombre solo.
Cuanta ciudad, cuanta sed
y tu un hombre solo.
Cuanta ciudad, cuanta sed
y tu un hombre solo.
Cuanta ciudad, cuanta sed
y tu un hombre solo.
...Gracias Luis.
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Buenísimo Dani!! Esa poesía, como muchas otras, es excelente. Yo estoy un poco como en silencio con todo esto, no se muy bien qué expresar porque tengo mucha pena, pero principalmente mucha bronca. Estaba tan convencida que iba a salir de todo esto, que ver la noticia fue como una cachetada y como la resignación ante la muerte no es mucho lo mio, en la mayoría de los casos me despierta mucha rabia.
ResponderEliminarYo no era fan de toda la obra de Spinetta, sí de algunos discos, creo que "Artaud" es uno de los mejores discos que se hayan hecho y me pareció sublime en 1981 cuando lo escuché por primera vez y ahora, pasados 31 años de esa primera vez, con muchísima música más incorporada en mi cabeza, sigo pensando lo mismo.
Siempre le di gracias al Flaco por haber hecho "Artaud".
Hoy la tristeza y el dolor se alojò en nuestros corazones, nunca lo olvidaremos, fue un entusiasta de la libertad; fue, es y serà un Genio!
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