Los cambios de prácticas son las que de veras pueden transformar el mundo que habitamos en un lugar más solidario y acogedor para todxs. Sí, hablo de las pequeñas cosas, de esas que no parecen incidir en temas importantes. Lo hacen. Son como el incesante repiquetear de una gotera en el techo…tarde o temprano, daña una estructura.
Si cada una de las personas que hemos vivido en un paisaje en el cual existen lugares en el que se ofrece comercio sexual, y aunque jamás hayamos entrado, ni consumido allí, no nos ponemos a pensar lo que implica en términos de dignidad, de violencia, de tolerancia a todo tipo de abusos – de esos que de tan viejos se transforman en aparentemente inevitables -, somos simplemente continuadorxs de una forma de vida que nos precedió pero que no cuestionamos.
Si de pronto el morbo mediático o la noticia que impacta nos hace proferir todo tipo de maldiciones y rastreamos las culpas, difícilmente quedemos exentxs de alguna responsabilidad si no nos hacemos cargo de algo.
Terminar con la instalación de “whiskerías” en una ciudad es una medida de capital importancia. Como lo es visibilizar el drama con el que convivimos, que tiene un nombre relativamente nuevo, la trata de personas. La relación que hay que hacer entre la tolerancia a los lugares de explotación de mujeres, la demanda de esos lugares por parte de clientela a la que nunca se señala ni se condena socialmente, los prejuicios heredados acerca de que hay personas “malas” a las que les gusta vender su cuerpo – hay una psiquis en juego, lo sabemos, no se trata de un mero conjunto de órganos que suspenda su sensibilidad de a ratos- al instinto diferencial de un varón que paga, y la trata de personas es lo que dará sentido a estas medidas.
También se trata de hacernos cargo de los mandatos hacia mujeres y varones para cosificarnos, y tratar de cambiar actitudes. Es contradictorio separar un discurso instalado culturalmente que apunta a que las adolescentes se operen los senos a los quince años, y padres, madres, cirujanos y adultos consientan y luego nos horroricemos porque se secuestren o se engañen otras niñas para ser prostituidas. Claro, también puede haber, en función de la vulnerabilidad socioeconómica de algunas niñas, una especie de guiño macabro, por el cual su falta de derechos es lo que "justifica" su anulación como persona...
¿Cómo podemos consentir estas inequidades que perturban la comodidad o la complicidad, una vez que la vemos y no hacemos nada?
Si no se permiten cabarets, prostíbulos, o como se les quiera llamar en el ejido urbano, lo que queda para hacer si se avanza con seriedad es actuar ante la existencia de los locales sobre la ruta 14. Esos locales que, en todas las provincias, reciben a quienes son víctimas de las redes de trata, esos locales donde han sido rescatadas muchísimas niñas y mujeres que viven un infierno a metros de donde pasamos.
Pequeñas prácticas. Por ejemplo, vemos la televisión y nos rasgamos las vestiduras… pero, ¿cambiamos de canal si algo nos ofende? ¿Encaramos de verdad una crítica activa, propositiva, para con lo que gracias a luchas en un principio solitarias – como la de Susana Trimarco que está declarando en estos días en el juicio a los responsables de la desaparición de su hija sin que les pueda caber la figura penal que ella contibuyó a impulsar-, ya no pueden dejarse pasar así nomás?
En estos días, lxs senadorxs entrerrianxs tienen en sus manos una decisión muy importante. La de evaluar el pliego del abogado Tomaselli quien, ejerciendo interinamente, judicializó e hizo público el caso de la niña de 11 años violada y embarazada… esa niña que no es un sujeto de derechos para él ni para el Ministro de Salud provincial, otro desconocedor del concepto de salud, por cierto.
Su pliego pudo haber sido impugnado si se hubiera tenido en cuenta la gravedad de su postulación habiendo cercenado, desconocido y obviado el Código Penal, la Ley de Protección de Derechos de Niñxs y Adolescentes, la Ley para la Prevención y Erradicación de la Violencia hacia las Mujeres que también hace unos días nada más, el gobierno provincial ha ratificado en el caso ya aludido que conmovió al país.Pero la Comisión de Acuerdos Constitucionales del senado entrerriano adujo que la presentación de la impugnación se hizo 60 minutos después del vencimiento del plazo. Las organizaciones y la ciudadanía involucradas en hacer algo más que lamentarse y emitir comunicados han organizado el envío de correos a lxs representantes del pueblo, ejerciendo el derecho constitucional a peticionar ante las autoridades, para que se rechace el acceso a la titularidad del Juzgado de Familia, Civil y Penal de Menores Nro. 1 de Concordia Raúl Eduardo Tomaselli.No es una persona idónea para el cargo quien obvió la jurisprudencia del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos.
Quien ha negado un derecho a esta chiquita – el artículo 119 del Código Penal estipula que ni una niña menor de 13 años está embarazada, esto es necesariamente producto de una violación, lo que a su vez está contemplado en los abortos no punibles del mismo Código en el artículo 86 - en este caso tan conmocionante para la opinión pública, ¿cómo actuará en el futuro?
Desde organizaciones como CONDERS Entre Ríos, se está invitando a escribirles a quienes tienen esta responsabilidad política clave. Se trata por parte de representantes y funcionarixs, de cumplir con la ley, ni más ni menos, y tener la dignidad de no echar mano de sutilezas procedimentales, ni escudarse en un silencio tan elocuente como la defensa de lo que ya resulta indefendible.
Y pensemos cuánto nos toca a cada unx de nosotrxs, para insistir, incitar, recordar su deber a las autoridades, y también para transformar las pequeñas prácticas del día a día.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
(Por limitaciones de Blogger, los comentarios no pueden exceder los 4096 caracteres)